Un triunfo mundialista después de 48 años. Eso es quizás lo más importante de la victoria de Chile sobre Honduras por la cuenta mínima. El Mbombela Stadium fue testigo de este acontecimiento en donde una nutrida barra chilena apoyó a su selección en el debut. Con un pobre desempeño del árbitro principal, Eddy Maillet de Seychelles, la escuadra roja logró imponer sus términos, destacando su dinámica y su ambición para llegar al arco contrario.
Luego de varios intentos, como un remate de Fernández y un cabezazo de Vidal, llegaría la anotación de Chile. Con el clásico sello de los equipos de Marcelo Bielsa, la jugada se gestó cuando Matías Fernández tomó el balón en el mediocampo, encara y mete un pase entre líneas a la banda derecha donde aparece Mauricio Isla. Éste gana línea de fondo y manda un centro al medio del área que logra conectar Beausejour. Incluso la jugada tendría una pizca de fortuna, ya que un marcador hondureño había rechazado pero rebotó en el delantero chileno al momento de impactar el balón. Era el 1 a 0 y la algarabía en Nelspruit.
Honduras comenzó la segunda etapa con una nueva intención: la de presionar más arriba para lograr la igualdad. A pesar de esta modificación, los intentos fueron en vano y Chile estuvo más cerca del segundo gol. Y casi llega, cuando de un tiro libre ejecutado por Matías Fernández el pivoteo de Vidal llega a la testa de Ponce, el cual cabecea pero se encuentra con la magnífica estirada del portero Valladares, quien en menos de un metro de distancia evitaba su segunda caída. Ya en los últimos minutos Honduras intentaría igualar el marcador pero nunca lo buscó con consistencia ni en bloque sino a través de aventuras personales, marcadas por el desorden centroamericano.
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